La mía se la comió el gato, ¿y la tuya?

27/4/07

Tengo que crecer, decía Alicia, se repetía cada día, no fuera a olvidarse. Se tomó la pócima cuya etiqueta rezaba: en casos de necesidad extrema. Salvo que sabía a rayos cósmicos no supo sacar mayor conclusión. Pero eso sería al principio. Pasados unos días, al levantarse, sus extremidades serían largas, desproporcionadas y advirtió que las manos ya no parecían suyas, que al menos en uno de sus dedos sentía el poder de una muerte vigilada y su rostro adquirió las arrugas de la esfinge porque su arruga era de piedra, una sola plegada sobre el entrecejo, la misma que los no sé o los no entiendo dibujan en la frente de los niños, pero en este caso tenía trazas de ser permanente, tanto como un entumecimiento milenario. Luego llegaría el resto porque la muerte es la única feroz superviviente de nuestra vida y las esfinges prefieren no recordarlo. Alicia tampoco aunque sus brazos ahora fueran largos.

Suena un CD con poemas de García Montero, no sé por qué hoy quieres escucharlo una y otra vez, tampoco pregunto, tus razones tendrás. Me hablas de la rubia y yo apenas te escucho, prefiero concentrarme en tus caricias que levantan el aire y la vida, tan imposible parece estos días, aunque tú no lo sepas, prefiero que no lo sepas. Tampoco sabría cómo contártelo. Tal vez hemos bebido demasiado, tú más que yo, últimamente bebo como un pájarito por no sentir que pierdo el vuelo, que desaparecen las coordenadas a mi paso. Pienso en tu dolor que a veces parece el mío pero no, en realidad todo me llega lejano, un eco de música gregoriana que siempre detesté atravesando tus palabras porque terminan por sonar igual: yo siento, yo pienso, entre voces corales que nunca es la mía. Y a pesar de mi verborrea, cuando se trata de aquello que me afecta pero no me piden, los labios se me cierran. Y me gustaría preguntarte por qué tus dedos siguen dibujando letras que trato de adivinar en mi espalda mientras me hablas de ella, o ser sincera y decirte que a juzgar por lo que cuentas suena a mujer de escoba en mano disfrazada de Dior y que es una lástima que siempre acabes igual, con la más guapa pero la más tonta. A tópicos, mi don Juan, no hay quien te gane.
Pero luego dejas de ser obvio y vuelvo a ser la mujer de tu vida, tratas, trato, de descubrir en qué vida, y más por lo primero que por lo último acabo sonriendo mientras me levanto y cambio los malditos poemas.

Sigo sin hablarte de la esfinge que se ha instalado en mi sofá. Es posible que nunca lo haga y tú nunca advertirás su presencia. Ni a pesar de su tamaño, ni aunque en las ropas se te quede adherido un polvillo marrón y espeso. Continuarás ignorando a la muerte.




Por necio tengo al que toda la vida se muere de miedo que se ha de morir y por malo al que vive tan sin miedo della como si no la hubiese, que este lo viene a temer cuando lo padece, y embarazado con el temor, ni halla remedio a la vida ni consuelo a su fin. Cuerdo es solo el que vive cada día como quien cada día y cada hora puede morir.

Los sueños de Quevedo.

13 comentarios:

Churra dijo...

Y has entrado a fomar parte de un viaje que no es el tuyo, pero del que no puedes escapar .Oyes, y callas o amagas un razonamiento imposible .
Besos Mrgto

Churra dijo...

vamos a ver .....que parece que la que he bebido he sido yo, besos Margot.Ahora

Margot dijo...

Churra, buenos días!, Ah no, mi viaje es otro aunque a veces me acompañen o yo acompañe. Hay una parte de la comunicación que nunca se da y trataba de hablar de ella. Hay veces que no se crece a la par y termina por hacernos callar. Pero yo callar... me callo poco!! jajajaja.
Besitosssssss de sábado!

TORO SALVAJE dijo...

Yo he llegado más lejos, soy esfinge dentro de mi esfinge, y mientras mi cuerpo permanecía, yo volaba por otros cielos. Eso en el mejor de los casos, en la mayoría cojo mi esfinge y me voy, la paciencia se me agotó hace ya mucho, y con ella el tacto y la diplomacia, si, me voy con mi esfinge aunque por detrás me disparen flechas.

Oyeeeeeeeeee, que ya estoy hablando como tú, desde luego, tó lo malo se pega, jajajaja.

Besos.

Cronopio444 dijo...

A ver, que hagamos recuento: Alicia, la esfinge, la rubia, tu don Juan, Quevedo, García Montero... Las multitudes navegan río abajo, y Manrique se seguirá frotando las manos, mientras las lenguas se atan y desatan siguiendo la línea misteriosa de algún penúltimo vals apenas susurrado... Besos de chicos buenos quevedianos (nosotros, claro).

david santos dijo...

Te vengo felicitar por tu trabajo y deseo un buen fin de semana

Letra dijo...

Ha habido momentos en que hubiera deseado ser esfinge. Pero por suerte ya pasaron
Besos

Lúzbel Guerrero dijo...

Ratoncita querida, me ha puesto Ud en un dilema terrible; hace unas horas (no sé cuántas), caí rendido a los pies de la EMPERATRIZ LAO, le juré amor eterno y defender sus territorios ad eternum. Pero claro, uno no es dueño de su destino, y llega Ud con esta delicatessen, soufflèe de alma a la crème, con guinda literaria.
¿Y ahora qué hago yo?, ¡ digamelón !.
Bueno, he pensado una solución, hago que mantengo mi promesa a la emperatriz y le rindo vasallaje a Ud; y prometo no contarle más batallitas desas...¡si, que ya sé que no soy yo el del cuento, pero Ud. ya sabe, la impostura y la suplantación son lo mío. Para que vea hasta dónde llega mi cinismo, le sugeriré el mismo relato que a LAO pàra pagarle la satisfacción de haberla leído... y gratis...¡ si es que no me lo puedo creer !

http://pirzentibia.blogspot.com/
Buenas noches Minie.

MALEFICABOVARI dijo...

Dios mío, hija, destilas realidad por los cuatro costados¡¡¡ A mi me ha encantado ese desdoblamiento consciente de personalidad, y aquel final obtuso pero que te vale, porque aunque amenaces con ser esa esfinge eternamente, luego el polvo que se adhiere es de otro tipo, y la batalla te la gana el romeo aquel. Pero así es la vida, lo que no puedo creer es que con lo que tienes dentro alguien se te baraje con rubias de pacotilla....
Imposible de creer, chica, imposible, será que no es el adecuado, será que su concepto de mujer de la vida está obsoleto? Ya me lo contarás, por lo menos, racionalizas de la hostia, y sabes dónde tienes los pies y el suelo que agarras con ellos. De sobresaliente, una vez mas. Eres un poema, tu misma.

Thérèse Bovary dijo...

Marga querida, qué verdades lanzas como si nada.

Creo reconocer, a veces, a la esfinge en mi sillón, también.

Mil besos.

Thérèse Bovary dijo...

Encuentro genial el comentario de Toro Salvaje.

Besosssssss, como dices tú.

Margot dijo...

Torito, si supieras como te entiendo ahora... (jajaja). Puñetero eres...!! Yo nunca te mandaría flechas, palabrita!! es más, contigo guardaría mi cerbatana. Un beso de domingo sin esfinge.

Cronopio, con recuento o sin él las cuentas es posible que no nos salgan pero... mientras queden las líneas misteriosas y los besos quevedianos... no vamos mal del todo, no? Besossssss de esta chica, incluso cuando no es buena!

David, gracias. Buen día!

Letras, si pasan... un beso.

Luzbel, suplantador de almas, no se preocupe, mantenga usted sus promesas de amor eterno que yo sé la causa de que hasta los yogures tengan caducidad. Me conformo si me promete cinismo y razón eternas. Ahora lo leo... besossss mañaneros!

Male, no creas, las rubias tienen la ventaja no tanto de ser guapas, que sí, más la de ser tontas... jeje (pobres rubias!!! que no!! que no todas!!! incluso estas tienen su aquel)Y me temo que es más bien que el concepto del hombre es el que esá obsoleto... esperaremos otro siglo a ver si nos centramos unos y otros. Besossss, Male linda.

Therese, salúdame a tu esfinge. Besosssss que cruzan el océano!

Hace un día precioso, no se termina de decidir entre sol o nublado, que gane la batalla el que más pueda... pero besosssss a tós

Anónimo dijo...

Grandioso Quevedo

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