Llevaba días vagando por la ciudad, esa ciudad a la que había llegado hacía apenas tres meses y en la que ya se sentía como en la suya propia: ajena a todo cuanto le rodeaba. La sensación de intemperie no era geográfica, lo había descubierto, debía ser cuestión de coordenadas internas pues, nada que hacer al respecto. En dos ocasiones había pasado por delante de la puerta del establecimiento y nunca terminaba por decidirse a entrar aunque la disposición desordenada de sus estantes le invitara, susurrara la identificación con su ánimo. Esa tarde decidió hacerlo, ya se conocía los bares de la zona y los coqueteos de los camareros, sonrientes y sorprendidos ante su petición de carajillo bien cargado y un plato de aceitunas. El sabor del alcohol y el café quemado destrozaban su garganta, más tarde aliviada por el sabor fresco y fuerte de la oliva desmenuzada entre los dientes. Un hábito extraño, una ofensa a un paladar bien cuidado, adoptado unos años atrás cuando uno de sus novios identificó su sexo con un hueso de aceituna y a continuación besó sus labios dejando un regusto a coñac. Olvidado el mirar y el tacto de sus manos sin embargo no lograba desprenderse de una costumbre que ponía el sabor del presagio en cualquier barra de bar, por sucia que ésta estuviera, por desconchado que fuera el ambiente de los parroquianos. Entró a la tienda y un olor a naftalina mezclado con lo que a ella le pareció el olor de las manzanas húmedas tapó su respiración y su mirada nerviosa rebuscó entre las perchas el aire que le faltaba, una polilla perdida en busca de luz y el color. Un abrigo de cuero verde llamó su atención, los brazos vacíos y la piel rozada en los codos, casi raída y transparente, se le antojaron adecuados a la escena y deseó probárselo por ver si encajaba en el molde de polvo que era su cuerpo. Los bolsillos quedaban a la altura correcta y las mangas no sobresalían de sus muñecas, se le hacía extraña su adecuación, el frío que llegaba a sus manos acostumbrada como estaba a que todas sus mangas, invariablemente, tuvieran que darse la vuelta para no arrastrar y ocultar sus dedos. Le faltaban algunos botones y el forro estaba roto en un par de costuras pero la piel acariciaba su cuello con ese tacto desgreñado del cuero viejo y vivido. Dentro de él el aroma que le llegaba era el seco y fuerte de unos pétalos oxidados pero aún palpitantes, de los que se pueden encontrar en cualquier jardín urbano.
Al salir de la tienda con el abrigo puesto se sintió mejor. Un aire trasnochado se asentaba sobre las aceras y la sensación de lejanía se diluía a medida que caminaba por las calles, su paso ya no era errático y por primera vez en mucho tiempo se sintió acompañada al hundir sus manos en los bolsillos. El calor no es cuestión de aliento, pensó.
Durante años las tiendas de segunda mano fueron su refugio, el único lugar donde llegó a pensar que el calor de la lumbre podía encontrarse en una prenda de dueños sucesivos y sin nombre atado a la etiqueta. Hasta que una noche se descubrió deseando la vehemencia de unas manos. Su cuerpo adquirió entonces la consistencia de la piedra pulida y una polvareda se levantó y desapareció cuando él las extendió sobre la mesa, buscando las suyas. Ahora los abrigos cuelgan inanes en la profundidad del armario y el estreno se asoma a su mirada en el espejo del baño al contemplarse cada mañana.

(Poema visual "Azar" de Julia Otxoa)
32 comentarios:
Apa, señorita, que me dejas apapiado que no piadoso...
Ésta la has tenido cociendo a fuego lento todo el finde para dejarnos flipando, ¿ein? Jejeje...
Besos de naranja y de consistencia de piedra pómez (de esas que exfolian que da gusto...)
No sé yo, un abrigo nunca te va a decepcionar, que quieres que te diga, donde esté el calor fiel de un abrigo amante....
En fin, ella sabrá lo que hace.
Besos.
La fragilidad de la menta de Otxoa, de las enredaderas de Neruda, del tacto de una mano, de la suavidad de tu prosa.
Esas poderosas cosas que me hacen -con tanto cuchillo afilado - esquivar la tristeza.
Enorme ramo de besos a tus usos y a tus huesos.
Lo del carajillo me ha llegado al alma. No sé si la protagonista, tras conocer las tiendas de segunda mano, siguió fiel a la barra; que espero que sí.
Porque supongo que al "pollo" del desenlace final lo conocería en los lugares adecuados.
Me ha gustado, colega.
Un beso,
Hay abrigos destinados a encontrarse ...solo hay que rondar un pcoco .
Besos
( es la tercera vez que tengo que hacer el comentario y cada uno me ha salido de su padre y de su madre , lo digo por si salen los tres de golpe...)
No hay derecho.
Verás.
Te leo con espejo y pañuelo. El primero para mirar de vez en cuando cómo se me va poniendo la cara verde de envidia y el segundo para recoger la baba que se me cae cuando me quedo con la boca abierta sin darme cuenta.
Mientras leo me voy preguntando: "¿A dónde irá a parar?" Y cuando llego al final me respondo que no vas a parar en nada y que todo ha ido quedando línea a línea sin desperdicio.
Así que leo varias veces y, tras constatar que yo también soy de los de ciudad donde siempre sentirme ajeno, me descubro sonriendo maliciosamente ante ese carajillo con aceitunas por si acaso parecidos recuerdos justificaran mi afición a los plátanos con chocolate.
O me pierdo de nostalgia hecho yo también molde de polvo (chapó) mientras repaso todas las ilusiones perdidas en los puestos de viejo del Rastro.
Y cuando ya me voy diciendo que no es la vida oculta en la ropa usada la que vivifica la propia polvorienta, tu protagonista descubre que el calor no es cuestión de aliento (más chapó).
Y por fin la vehemencia de unas manos da a su cuerpo consistencia de la piedra pulida y el polvo desaparece. Casi sin darme cuenta me viene a la mente la leyenda de Bécquer en que el protagonista sólo puede acallar su ardor besando los labios de mármol de la estatua que le enloquece.
Y uno quisiera ser la mano que lograra esa consistencia al tiempo que todas las segundas manos se desvanecen en el polvo.
Acabaré odiándote como sigas aprisionando mis vuelos solitarios de madrugada con la liga artera de tus trampas.
Y no habrá odio con más ganas de abrazarte que el mío.
Me encuentro tus tres posts a mi regreso, y me uno a la proclama del primero (cosas que hacer en esta Semana "Santa"). Por lo demás, el mundo a veces podría resumirse en un abrigo verde... ¡colgadito en su percha y pendiente de los espejos! Besazos renovados.
¿Sabe Minnie?, este post lo veo en blanco y negro, con regusto a peli francesa de los 60'; no me pregunte porqué. Hay un claro atractivo en algunas prendas, que pretenden vestir, no ya a un cuerpo, sino una actitud, una percepción de la vida que va más allá de los estilos; la satisfacción íntima de encontrar lo que nos andaba buscando, tras descartar otros destinos.
Churra, veo que ha echado en bolsillos rotos mi consejo de escribir posts y comentarios en un documento de Word o bloc de notas antes de publicarlo; bueno, al menos lo he intentado, y es quizás la fuerza del destino que la invita a probarse palabras hasta dar con las precisas, o simplemente a darlas por buenas cuando no hay más tiempo.
¡PLÍÑ!
Muy bueno lo suyo ratoncita; es bueno quedarse sin palabras (y babeando, como dijo Ybris) por motivos como este.
Hay un turco medio raro que quiere irse a vivir con Ud.; le dije que intercedería por un módico precio y él aceptó, se llama Uzak y lo llevaré hasta Ud. pronto.
Kay, los fines de semana me da tiempo de cocer poco, y a usted? pues eso... jajajaja.
Beso de arcilla! (ya, que ya voy... palabrita!)
Torosalvaje, ella qué va a saber.... mis protagonistas tienen claro de donde vienen pero ni lo que hacen ni mucho menos dónde van... jeje. Cosas de la literatura (y de la vida).
Besote como un abrigo!
Magnolio, si consiguen esquivar tu tristeza... uffff, qué más puedo pedir? Y que les den a los cuchillos, aunque sean romos...
Besos desde mis huesos, desde los usos no es necesario, verdad?
Codorniú, es lo bueno de esta ciudad, hay más barras que tiendas... jeje.
Beso de carajillo con rodaja de limón, o al gusto, colegui!
Churra, lo de rondar se me da bien y encontrar abrigos... depende de la estación.
Cantamos juntas de ronda? Beso!
Ybris, no hay derecho, que seas capaz de ver tanto en tan poco y desentrañar el polvo y el calor... Ummm!
(Lo del plátano y el chocolate no pienso analizarlo, tú tampoco lo hagas, jeje).
Y pienso seguir enredándote, que lo sepas, me gustan tus madrugadas y mis trampas. Y que me odies con abrazos.
Va otro abrazo chapó y con ganas, madrugador muá.
Cronopio, ya llegaste!!! Renovados... claro, malaje, mira qué listo!!
Cómo resumirías estos días tuyos? En qué abrigo? Luego me paso a verlo.
Beso de reencuentro!!
Lenguaraz, pues mira que yo también lo veo en blanco y negro. Será que las ciudades a pesar de sus empeños a veces se visten de grises, ays.
Y no me regañe a los contertulios, mire que Churra parece tener genio... jajajaja.
Ahora le beso de nuevo.
Luzbel, ratoncillo coloraó... Dígale a su turco que sin problemas, siempre hay un hueco en mi casa para un té y un turbante. Pregúntele si es alergico a los gatos y a las ratonas de armario (mi casa es un sin dios).
Beso sin precio.
ninguna ropa es de segunda mano
cuando abandonamos los gabanes hasta el invierno les queda un aire de silencio y frío vacío de nosotros...cuando los damos su tristeza irrumpe como un grito...cuando lo vemos en otros hay un aire de complicidad...cuando sin saberlo lo buscamos entre cosas antiguas seguramente se nos ofrece con el olor que en nosotros es la nostalgia...besos..que hermoso, que bien me has dejado.
Joaquin, tras leer tu blog entiendo tu comentario, me dejaste algo así al principio... jajaja.
Por supuesto que nada es de segunda mano salvo las neuronas de algún cabronazo mandamás, de esos globalizando armas y economías pero... esto es literatura! palabrita, jeje.
Un saludo!
Fernando, genial haberte dejado bien... y espero que abrigado! jeje. Cuidado con las corrientes, corasao, en estos días son muy traicioneras, ays.
Un beso!
Ainsss,¡cómo me gustan tus relatos y las ondas que provocan!Ese ir y venir de tus palabras a las de Ybris,por ejemplo...
Todo un placer,lagartija.Besos ***
El calor se nos ofrece siempre en lugares diversos y unos nos quedan más al alcance que otros, la vida manda, sus circuntancias dictan.
Las prendas gastadas tienen siempre el regusto de lo familiar, del calor acumulado. Frente a ellas, lo nuevo puede resultarnos frío y arisco. Hasta que de repente encontramos esa prenda que se nos ajusta como un guante como si nos la hubieran hecho a medida, como si hubiera estado siempre esperando que diéramos con ella.
Prefiero las manos a los abrigos. Las manos hablan y pueden renovar su calor cada día, caricia tras caricia, en un estreno continuo.
¡Que siga tu protagonista disfrutando de sus estrenos mañaneros! Seguro que se ve con ellos mucho más guapa que con el viejo abrigo ;)
¡Un beso sin botones!
Soplillo, de nuevo! preocupada me tenias.
El placer es mutuo, qué te voy a contar... jajaja.
Besote que va sin tardanza!
Antígona, las circunstancias mandan, ajá... pero sí, yo también prefiero el calor de las manos y ese estreno continuo. O como aquella canción que decía, "quien fuera abrigo pa andar contigo" jajajaja.
Tengo un amigo que dice que en una próxima vida nos tocará ser larvas peludas o bacterias en justo pago a esta, tan gozosa últimamente así que... una anterior tú y yo? ummm, cualquiera sabe pero seguro que contestatarias y tocanarices como poco... jeje.
Un beso con ojales!!! (Me alegro de tu vuelta y más de la sonrisa que pareces traer)
Ummmh! le quedó un post muy olfativo.
Olí hasta el cuero verde.
Tema carajillo.
Hace años, algunas novias y amigas piden siempre carajillo después de comer. Yo no, yo soy de cortaditos. Y ya sabe aquello de “dos españoles, tres opiniones”, el tema café es “cada español un café distinto”. Así unas pedían carajillo de coñac, de ron, de güiski, trifásico de Baileys, en fin, mil y uno. Lo que no fallaba, es que el camarero siempre, invariablemente estuviéramos donde estuviéramos, me pone el carajillo a mi y a ella el cortado.
No entendí el Poema visual.
Por cierto me llegó su msn entre gorilas, elefantes y avestruces. Por suerte disecados.
Como la habitación de los hermanos Marx, pero con bichos.
Qué lindo, Margot! Me vi detnro del abrigo (siempre tengo uno, siempre tengo frío). Me ví en la tienda de segunda mano y me ví estrenando.
Gracias!
Qué pereza llevar una prenda de vivencias. Mejor si te la venden llena de vida. Y con un buen descuento.
Saludos.
Xnen, qué me vas a contar!! a cualquier mujer, imagino... Lo que más gracia me hace es cuando pago con mi Visa e inevitablemente es a mi acompañante masculino a quien le ponen la nota para firmar! (no falla ni una, eh?) En fin, en estas pequeñas cosas es cuando compruebas que los prejuicios cambian más bien poquito... jeje.
El poema? no sé, un dado y el aleteo de una mariposa no te dice nada con respecto al azar? aunque ya sabes, las interpretaciones son libres, es lo divertido de esto.
Malaje, la próxima me contestas enviándome una foto y así hacerme reir!!! jajajaja
Besos marxianos, jeje.
Laluz, gracias, abrigarte me parece buena cosa, mira tú, si lo consigo, genial!
Un beso!
Licantropunk, el descuento suele ir implícito...
Besos con vidilla!
¡Margot! casi me he sentido desparecer en la profundidad del armario con tus tus letras encantadoramente envolventes.
Un texto bodado y requete bien bordado.
Chapeau! (siempre es un buen complemente para un abrigo, auqnue sea de segunda mano).
Un beso.
"La sensación de intemperie no era geográfica"... qué mundos encierra esta frase tuya, Margot!
la próxima vez que note una intemperie de estas malas remalas —que suele ser a menudo—, pensaré en ti! quizá me consuele un poco... :)
ay, margot. Me temo que no coincimos en gustos sexuales: no me gustan los carajillos con aceitunas ;)
Lo que no entendí es precisamente el dado.
Esta como dibujado a manchas. No se como es la caca de mariposa pero a lo mejor le salió en forma de dado.
Nunca utilizo la cámara del fono, no se ni como va.
y desapareció cuando él las extendió sobre la mesa, buscando las suyas. Ahora los abrigos cuelgan inanes en la profundidad del armario
Hay una frase de la llamada Bíblia del anticonsumismo (No Logo de Naomi Klein) en la que dice algo así:
No esperes encontrar la felicidad en la publicidad, la gente feliz no consume.
Pues eso.
:|
Isa, lo de envolver en letras me suena en ti, en tus juegos jeje. Sigamos con las puntadas, no?
Besos al pespunte!
Jin, malas, remalas son, ajá, quién no las ha tenido más de una vez (y de dos)?
Beso sin coordenadas pero al abrigo, garabato muá!
Nosurrender, cachis!!! y yo que pensaba que debías ser un tipo con glamour... y ahora qué, corasao mío? No pondré invitarte a Jaén. Jesú, qué cruz de hombres! (jeje)
Xnem, jajaja, la caca de la mariposa!! pardiez, ni en mil años hubiera imaginado algo así!! A mí me da la sensación de que el dado está difuminado o vestido, como de peluche... jajaja, me encanta!! tus pajas mentales son tan delirantes como las mías...
Te entiendo, además enviar mensajes con imagen sale por una pasta, otro engaño más... pero me hubiera encantado!! jeje
Besote, pirata muá!
Renton, pues eso!!! jajajaja. Diana!
Tendré que echarle un vistazo a esa biblia.
Beso, rey moro de la morería.
que bella manera de expresar los deseos de algo nuevo...
Besos querida
Pues Marguis, me uno a los coqueteos de aquellos camarareros con tan buen gusto y, sonrío igual, pero sin tanta sorpresa porque hace tiempo en cualquier tiempo me he dado cuenta que ese abrigo de palabras te queda muy bien...
Salud!
Es cómodo lo usado, pero a veces se precisa la valentía y aristas de lo nuevo.
Fortu, gracias, encanto...
Un beso!!
Xiggix, coqueteemos pues... jeje. Al abrigo de tus palabras también.
Un abrazo que te va!
Hernán, me temo que así es. La novedad nos puede poner una sonrisa.
Un saludo.
Más, más... queremos que Su Majestá renueve las entradas... Jambre de textitos.
:P
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