De dunas

A veces no se camina para encontrar, el deseo es perderse. Por eso escribo, para llegar a ninguna parte.

Y nunca fui de buscar, se me lían las búsquedas entre las manos y eso, salen escritos y poco más. Las búsquedas siempre me dieron algo de miedo, me preguntaba y si lo encuentro... ¿luego qué? aunque no es cierto, es que sé, sin saber cómo, porque me tocó cerciorarme, porque hay vidas que sí, que son así y todos tienen la suya y allá cada cual con la que toca mientras no salpique demasiado, que eso no, para nada, que nunca se encuentra nada salvo el deseo de ensanchar el camino. Pero eso ya es cosa de cada aquel, su elección. En breves días me perderé de nuevo, a la mar, al sol, casi desiertos en el desierto del Cabo de Gata. Y esa pérdida será una más que sumar porque hay pérdidas que merecen la pena ser sumadas y ya dije, a mí me gusta perderme.

Y tengo lo que llamo el ánimo surrealista que es cuando las síntesis me atrapan y me gustan y estoy casi feliz pero me cuesta contar. Y ya, os lo explicaría si pudiera pero ná, que no hay manera. En fin, que como dije en alguna ocasión... ¡cuánto daño me ha hecho la literatura! pero qué bien, qué genial.

O lo mismo es que estoy ovulando que con esto de la biología uno nunca sabe cuando se trata de instinto o reflejo cultural... y ahora daría lo que fuera por ser un antropólogo de prestigio para hacéroslo saber. Pero ni por esas.

Que nos vemos y os pensaré cuando camine entre dunas. La única forma de caminar que se me ocurre precisa por lo que escurren, con lo te tiran, con lo que te levantan. O las manos llenas de arena para jugar.

Y ya.