Suba, suba, no se asuste. Aquí se encuentra el desván, batiburrillo de mis trastos inútiles. Como esa caja china negra con arabescos a cada lado. No, no la abra, ni se le ocurra, en ella guardo el polvo que durante años atrapaba entre las rendijas de la persiana, lo pondría todo perdido. O ese gabán con forma de garabato que un día robé en un bazar de Lavapiés. Me acompaña en las noches azules, ya sabe, esas noches en las que cientos de polillas parecen posarse sobre los ojos buscando pupilas y las manos espantándolas a cada rato. En noches así tengo por costumbre vestirle con ese traje que ve al otro lado, un traje sobrio, gris y algo ajado ya. Lo cogí prestado de un funeral en el que me confudieron con un familiar apenado y fui incapaz de negarme a entrar, el finado ya no parecía necesitarlo y el gabán se veía tan desnudo, tan esqueleto sudoroso y frío que pensé que le iría bien. Así fue, sus hechuras se adaptan a la perfección aunque tal vez sea la noche, el efecto de su peso que me hace ver una apropiación más imaginada que real. Se ha fijado en la lámpara, es extraña, ¿verdad? La bombilla proyecta su luz hacia abajo y las sombras no aparecen por ningún lado, durante un tiempo la tuve en la mesa de mi despacho pero tuve que quitarla, me desconcertaba su claridad, además prefiero ver la sombra del lápiz mientras escribo, parece duplicar lo escrito y las letras son tan escasas a veces... No sé, no recuerdo bien, creo que la cogí de una casa en la que me invitaron a pasar, en realidad yo iba a un piso más arriba pero allí todos parecían alegres y por entre la rendija de la puerta se colaba un jazz lánguido que me gustó, entré, sin más, y es posible que aquella noche acabara durmiendo con algún invitado que me extravió en su mente con el recuerdo de una antigua amante. No conviene contradecir el curso de los acontecimientos, dejarse arropar por ellos si es su capricho y su lógica, a mí no me parece tan descabellado, ¿no cree?
Ya lo sé, aunque nadie me lo haya dicho, sé que usted ha llegado con intención de curar lo que llaman mis hábitos de cléptomana, últimamente están preocupados y sabía que tarde o temprano buscarían ayuda. Pero yo no estoy enferma, usted ha debido adivinarlo ya. Los objetos no son tan distintos a las personas, llegan a tus manos y por eso hay que atraparlos, hacerles un hueco para impedir que el desierto se nos vaya haciendo más y más grande dentro. Evitar el pinchazo súbito de un cactus que crece entre las costillas, la segunda y la tercera, me parece, ¿no lo sintió nunca usted? Tal vez ordenar el desorden del espacio que queda entre ellas, conceder un lugar a todo aliento y para eso nada mejor que tomar un objeto y cambiarlo de sitio buscando su adaptación. Y por un breve momento todo respira en orden, o lo parece.
No se preocupe, puede llevárselos, he observado que lleva largo rato sin quitarles el ojo. Tómelo como el pago a su visita. Es posible que se derritan nada más salir de aquí, desconozco la razón de que no haya sucedido antes. Esos cubitos de hielo con un hueso de cereza dentro son la causa de que todo empezara, me asombra su intución. Él solía deslizarlos por mi cuerpo pero se alejó harto de que ni siquiera al contacto de mis pezones se hicieran agua. Será la sed de la vegetación le decía yo pero llegó a odiarme, lo supe cuando dijo que debía ser mi alma la que estaba licuada poco antes de marcharse para siempre. Y ya ve, por eso no doy mucha importancia a los hechos, por eso me gusta moverme en la suave irrealidad de los objetos y hacerlos míos.
31 comentarios:
Qué grandes los cleptómanos que dibujan cuadros con sus palabras¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Mira, yo tb pequé en mi tiempo de lo mismo, pero fué algo pasajero.... ahora me contengo, ya tengo una edad... Respecto a lo del que te acercaba los cubitos de hielo y no se derretían... creo que el problema era suyo, hay que saber colocarlos, y hay que saber encender el cuerpo ajeno para que suba la temperatura y pase lo que tiene que pasar... idiota¡ Supongo se arrepintió de dejar tremenda mujer, fijo¡¡¡¡¡¡¡¡
Bssssssssssssssssss
Calderón va cayendo y abro una copa por Segismundo. Por Sigmund ya no, que lo dejo en el primer cubo de la basura...
Y la vida en sueño
verde si se puede y en divagaciones de cajas chinas y sus sombras también.
En realidad yo ya había pensado arramplar con todo incluso antes de que lo dijeras. Tus recuerdos son una tentación deliciosa para los que el tiempo va dejando desiertos inmensos por llenar.
Uno también viene a ser en cierto modo cleptómano irredento por aquello de que anda necesitado de muchas cosas.
Quizás incluso de que tras un jazz lánguido o un polvoriento desván alguna despistada me confundiera
y me tuviera por lo que no soy.
Aunque fuera con un cubito de hielo (Sin cuidado. Yo me fundiría hasta con las pinzas que me atraparan).
Cortaré aquí para que nadie me tome más que como admirador y no como iluso.
Me encanta cómo escribes.
Un beso antes de salir cargado.
La caja china, el gabán, el traje sobrio, la lámpara de la casa amable, y los cubitos con hueso de cereza incorporado, que bien me lo he pasado....
Gracias.
Quizá sí, quizás tengamos el espíritu licuado, y por eso va fluyendo y colándose por todos los intersticios... Me gustaría poder hacer eso esta mañana, y hacer unas cuantas visitas sigilosas... Besos, con cuidado, que no nos oigan...
Los recuerdos, y los objetos que nos construyen, van cogiendo polvo en nuestro desván mental... creo...
No sé, tú lo dibujas mejor que yo con tu pincel de palabras, so peazo de... ¡maestra!
Besos desde la Calle Alcalá de parte de este humilde ser que te debe un email (y esta vez me toca a mí, para variar, ganarme la reprimenda)...
Male, palabrita del niño jesú: no he robado en mi vida!! bueno, salvo libros en los grandes almacenes pero eso no es robar es una cuestión de honor, luchar contra su monopolio..., algún día lo contaré. Arriba las librerías, mueran los centros comerciales!!! jeje.
Besote, mi niña!!
Reaño, Doc. mío, si elegimos a Segismundo no necesito terapia pues? Ummmm.
Divaguemos, en verde puede ser?
Ya me contará, usted es el profesional...
Abraxo en sueños.
Ybris, a mí sí que me gusta como comentas tú... jajaja. Iluso es una palabra que me gusta, yo procuro serlo un poco cada día para no perder la costumbre.
Besos de pilas cargadas tras tus palabras, señor!
Torito, mientras disfrutes... yo feliz!
De ná... y los besos? dónde te los has dejado? desagradecido!! el próximo será un cuento de miedo, ya veras, ya...
Besos a puñaos.
Cronopio, no lo había pensado pero sí, a mí también me gustaría hacer esas visitas... es una ventaja lo de estar licuado y desparramarse así.
Besos calladitos!
Kay, escribías mientras yo lo hacía... así no hay forma de coordinarse, eim?
Mi pequeño saltamontes, me lo debes sí, pero como soy magnánima no te reprenderé. Eso sí o escribes o te mando a mis matones, tú eliges, darling... a eso le llaman libertad de elección, has visto?
Beso en las cejas!
Fantástica foto!
Los objetos no son tan distintos a las personas, llegan a tus manos y por eso hay que atraparlos, hacerles un hueco
A ti te he puesto al lado del bazo... no me mires así, en algún sitio había que ponerte...
Y ya ve, por eso no doy mucha importancia a los hechos, por eso me gusta moverme en la suave irrealidad de los objetos y hacerlos míos
Hmm, qué durillo... una cosa, por mucha satisfacción que nos den los objetos, estos palidecen ante los hechos.
Los objetos en sí están vacíos de significado y son nuestros hechos los que los revalorizan.
Digo yo...
Un saludete!
:]
Oddbal, y el cuento, qué? pues sí que sí... vamos bien!! jeje.
Vale, al menos te gusta algo...
Saludo.
Renton, nada de lo que digan o piensen mis personajes podrá ser utilizado en mi contra... jeje. Pero por dotar a todo de vida que no falte!! conozco yo más de uno-a que menos savia que un perchero... digo yo.
En tu bazo se está bien, qué confortable eres, oye tú!
Beso que va!
Todos los trastos son inútiles, la palabra “trasto” lo lleva implícito, por aquí en mis “cercanías” (rodalies) es muy común llamar a la gente así; “tu trastu ven paquá”, “que tal trastu?”.
Albert Pla tiene una bonita canción sobre el cuarto de los trastos –la guardilla-.
En cuanto a los cactus –cactos del desierto- que me va usted a contar si son los únicos vegetales que pueblan mi balcón y que de vez en cuando, mientras tiendo la ropa, requieren mi atención”. “oh! joé como te pasas nen!” Ya me volvió a pinchar el Joío. (fotut). Besos cleptómanos y de resistencia estoica ante el desaliento, llámese IVA, 202, fin de trimestre… de un mini empresario emprendedor y pluriempleado además de artista polifacético y blogmen.
Cuánta delicadeza con las palabras, señorita, y yo que a veces soy un poco zoológica
Un escrito delicioso. saborear surrealismo del bueno no se logra a menudo. Un gran texto en un blog de auténtica literatura. Te dejo un saludo desde Madrid.
Entiendo la preferencia de tu personaje por los objetos. Los hechos pasan, los objetos permanecen. Lo acontecido pudo ser un sueño, pero las cosas siguen estando siempre ahí, palpables, intentando dar a ese sueño la realidad que creemos tuvo, tratando de salvarnos del olvido de una manera simple pero eficaz. Las cosas son capaces de albergar y despertar nuestra memoria, de ahí la querencia de algunos por su acumulación. Porque el objeto más inservible es como un pequeño cofre que nos abre al pasado.
Los objetos robados tienen además el regusto especial de lo ilícito, del recuerdo hurtado intencionadamente al instante. En ellos se esconde también el deseo de hacer nuestro lo que nunca debió serlo. Tal vez como nos sucede con algunas personas.
Como el hielo que no se derrite, esos objetos se convierten entonces en intemporales, en algo fuera del tiempo. También nosotros pasamos, nos evaporamos, pero las cosas perduran, excediéndonos. Aunque hay recuerdos que nos acompañarán toda la vida, como si estuvieran congelados.
Tus post me dan siempre que pensar, Margot. Y eso me gusta :)
¡Un besazo!
No conviene contradecir el curso de los acontecimientos ....a mi tampoco me parece descabellado .
Que bien escribes hija .
Un besazo . Precioso
Uffff llevo un día... de locos!! (más de lo habitual, sí)
Xnem, uno de mis amigos me llama trasto, espero que sea más por lo que incordio que por lo inútil!! jeje.
Escuché esa canción del Plá, me encanta!!
No nos moverán, pirata, si te cuento yo la que tengo liada no paro... ays.
Besos, Flanagan!
Rouge, gracias y un saludo!
Josef, no me pongas estupenda que luego no hay quien me aguante!! ufff.
Un saludo realista.
Antígona, estamos a la par pues, con lo de los post que dan qué pensar... jeje.
Y sí, señora mía, por ahí iban los tiros... me temo que tiendo a querer encajar lo que no se explica aunque llegas tú y lo ves... ummm.
Besazo!!
Churra mía, me tenías preocupada!! qué bien que llegaste...
Y no, no es para nada descabellado aunque a veces digan lo contrario.
Beso que te va!! me paso a ver si retomaste... jeje
Besos revolcados por quejica.
Rencoroso... jeje
Me quedaré un rato en tu desván,si no te importa.Es que me ha encantado.Besos y mariposas limoneras,para que acompañen a las polillas***
me regalas la lechuza? o quizas desempolvo mi experiencia cleptomana de alfajores y ya esta, aqui queda acompañandome con sus ojos de asombro perpetuo.
abrazo con aleteos
Así que fuiste tú la que me robó la gabardina en Lavapiés... Ya notaba un poco de fresco...
Saludos margotianos
Dalia, sabes que puedes quedarte, incluso a vivir... te hago un hueco...
Besote con mariposas, las que revolotean y hacen cosquillas.
Xiggix, es toda tuya! y esos ojos de perpetuo asombro que no nos falten nunca, qué sería de nosotros? ays.
Un abrazo!
Persio, y tú eras el que te resististe? mira que te pusiste borde, eim? total, si la gabardina tenía mas años que la tarara...
Besote.
LA culpa no es del cleptómano, sino del que no sabe compartir.
Está buenísimo llevarse algo de cada persona que conocemos, sea un objeto o no. Es lo que yo hago cuando me meto en un blog, me llevo algo.
A ver, Margot, qué me puedo llevar hoy de aquí????
De veras: ¿Qué va añadir este pobre arbolito que no haya dicho ya tanto bloguero de buenas letras y evidente aprecio por las tuyas?
Sí, tenías razón. Éste - también - es de los que me gustan. Tanto como tod@s los que hay que atrapar, sí, para que el desierto y el nudo no se vaya haciendo más grande dentro.
Un beso, entre esas costillas.
Letra, ummm, no sé, tú eliges... te dejo el desván un rato hasta que decidas?
Un beso!
Arbolillo muá, ni nudos, ni desiertos y si los hay que no cubran una décima del agua.
Ajá. Besos anudados, en esto sí cuentan.
Me encantó "cómo empezó esto". Lo de los cubitos de hielo...y los corazones de las cerezas...
Un relato, que para mí, descenlaza allí.
Y con respecto a la idea de llevarse como parte de pago por la visita, alg´n objeto... es para mí una metáfora que me deja el viernes por la noche pensando....
Buen fin de.
besos
Como dijera el torero: "En tres palabras..."
Croak, croaaaak...
Darle vueltas a la imagen de la cleptómana, atisbando y tocando, apropiándose de lo que desea en un arrebato. Simple y complicada la cleptómana.
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