La mía se la comió el gato, ¿y la tuya?

1/8/08

De enseres

En el libro que leía esos días se hablaba de un faro, no era el centro del relato, aparecía apenas como aledaño a la historia, un detalle mínimo sin mucha importancia pero a mí me gustan los faros, me gusta pensarlos, tenerlos cerca y me compré uno en una tienda de souvenirs, no sé si dejándome llevar por la nostalgia un tanto idiota de lo que está sucediendo y no de la que vendrá cuando eche de menos estos días. La nostalgia tiene sus vericuetos y también nos perdemos en ellos, la del ahora debe ser la más innecesaria pero existe y eso debe bastar para poder sentirla. A él le compré un velero de madera, rojo, que hacía juego con la pintura de mi faro. De diseño simple y con facilidad para flotar en aguas tranquilas o turbulentas, mordiendo las mareas de nuestros días si fuera preciso, o eso era mi deseo mientras lo elegía. Un faro y un barco compartidos sin ansias de naufragar, pensé.
Los faros me son necesarios, su fuego antiguo surgiendo de una plataforma vertical, no para interpretar sus señales porque nunca me parecieron tener más sentido que el que les queramos otorgar por capricho -mirar las nubes y ver figuras a caballo del azul y los ojos, igual- pero sí en el calor, la luz que desprenden. En ocasiones algunas tinieblas se presentan de improvisto, en otras nunca se fueron, perpetuas ceñidas al mundo, obligándonos a tantear en penumbra los objetos que nos rodean, a media luz para los ojos del ver sin ver y los faros se vuelven así imprescindibles, adivinando contornos o para que toquen los nuestros con cuidado y sin prisa en su reconocimiento: esto un pie de muñeca, esto un brazo suave, esta una barba de tres días, la tuya, esta una mano que calma el miedo, la suya.

Y existen temporadas que sí, porque sí, allá sentada a la orilla y rodeada de tus faros (mejor tener más de uno, abren el juego de la vida y sus posibilidades, ella lleva la banca y reparte cartas a su antojo) contemplas sus distintas incandescencias y callada observas como planea su reflejo recortando las rocas, sintiéndote segura aunque el mar parezca rugir al golpear con fuerza. Sabes que se trata de un cobijo temporal y por eso te abrazas a él, al momento, y miras con ojos fijos hasta que duelen, queriendo enfocar la imagen grabándola en tu haber.

Y en esa imagen la llama de tus faros ilumina la escena, silenciosos, cercanos. El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero, nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño…





(Imagen de J. García Mora)

19 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Margot ni te imaginas lo que daría por un faro.

Me temo que ya no quedan.

Besos.

xnem dijo...

Lo que ya no quedan son casi fareros amigo toro.

Hoy me tocó señorita, ya sabe lo mío con los faros. Ya me dirá de que libro se trata.

Yo tenía uno por aquí muy interesante, un libro escrito por un farero, de los pocos que quedan y que además el señor se ha puesto a investigar sobre los faros de mi querida costa de Almería, en el Cabo de Gata, cuando baje pienso visitar a ese interesante señor.

¿Dónde habré puesto el libro, hay tantos papeles por aquí...?

xnem dijo...

Ya!

Faros de Almería.
Mucho más que señales marítimas.

Seguro que le encanta el título.

de Mario Sanz Cruz.

Fernando dijo...

yo colecciono faros y barcos.....tendré en la palya siete de cada uno más o menos..---uno inmenso de más de un emtro de altura con la vela desplegada....


No sé si este faro
puede iluminar la noche del océano.
Quizás tenga una caricia
reservada para cada barco
que lo espera.



siempre me tientan los faros, a nivel personal los busco en mis viajes...a nivel poético es indudable...


besos


f.

Anónimo dijo...

Hace tiempo me fui a vivir con alguien. Antes de pisar aquella tierra, que después sería mía por unos meses, me la describía. Me decía que tenía un faro y la idea me volvía loca... fantaseé con la casa del faro, con la ciudad del faro, con tardes observando el faro, con mirarlo desde el balcón. Después llegué y el faro estaba mucho más lejos de lo que yo imaginaba. Lo vi, sí, pocas veces. Cuando paseaba y me acercaba expresamente.

Es un regalo precioso. Y un regalo precioso también que traes de tu viaje es esta frase: Un faro y un barco compartidos sin ansias de naufragar, pensé.

Un beso, Margot.

ybris dijo...

No me extraña que te gusten los faros. Los propios iluminan lo que miramos. Los ajenos iluminan lo que de nosotros ven los demás.
Yo, además, he sentido siempre la nostalgia de un roce de una mano en la oscuridad provocando lo que un día escribí:

"Un brillo te recorre inexplicable,
un faro amigo de tus ojos náufragos."

Claro que si, además de un faro compartes un barco, te puedes permitir el lujo, como (tan) bien dices, de morder las mareas de nuestros días.

Fíjate si me has removido que ahora voy a cerrar los ojos para descansar un rato mirando lejos a un faro tras una noche tormentosa.

Besos.

Magnolio dijo...

Te leo una y otra vez. Me voy a la fuente? de tus enseres, a las reflexiones de Virginia, al velero de Federico, al calor de ese faro (mejor tener varios, sí) que Toro no encuentra: aqui mismo, entre tus letras.

Antígona dijo...

Los faros nos son imprescindibles, niña Margot, precisamente para no naufragar en estas aguas siempre turbulentas de la vida.

Poco importa que se trate de faros pequeñitos como velas, de faros enormes como estrellas si tenemos suerte, de faros triviales y cotidianos como la luz de una bombilla, o incluso de faros inventados al prender una cerilla. Supongo que no podemos pasar sin alguno de ellos, porque no estamos hechos para navegar en la oscuridad y además tenemos miedo de ser tragados por ella.

Suena triste eso de que los cobijos sólo sean temporales, dado que la necesidad de sentirse a resguardo no lo es, o es tan temporal como la extensión de nuestra propia vida. Lo que daríamos por un faro grande y hermoso cuya luz nos estuviera siempre asegurada hasta el término de esa extensión.

Me voy de aquí tarareando con la voz de Camarón metida en la cabeza esos hermosos versos de Lorca. Y también pensando en mis faros y alegrándome por ellos.

¡Un beso incandescente!

Fortunata dijo...

Bonitos faros por Menorca....
Besos acalorados

mgab. dijo...

bello, simplemente.

y que imprescindibles son algunos faros, sí, para acariciar nuestro brazo en la oscurudad...

El hombre que mira dijo...

Recoger los secretos de un faro puede llevar mucho tiempo, mucha vida.

Margot dijo...

Toro, que sí, quedan, pocos pero los hay. Eso lo hace más interesante...
Besote!

Xnem, ummm los faros del Cabo!! este año los echaré de menos... quiero detalle de la visita y buscaré el libro. Trae fotografías?

Fernando, sí, imagino que son imágenes muy literarias que a todos nos llegan. Tienen mucho de encanto y aún más de metáfora...
Un beso!

Fusa, si es que tu imaginación es tan descabalada como la mía y vivimos las cosas incluso ante de vivirlas... jeje.
Besos, barquera!!!

Ybris, me quedo esos versos, se siente!! lo has puesto en mi cueva y las leyes de la piratería me dejan... jajajaja.
Esta pirata se deja la tibia ante ti. Un beso!

Magnolio, tú sí que sabes, bicha mía... jeje. De faro tengo poco, tan bajita yo, ays, pero calor... te mando toito tó.
Beso tres hojitas, madre, tiene el arbolé...

Margot dijo...

Antígona son tan necesarios como el respirar, todos esos faros que tú cuentas, incluso servirían los inventados, lo que nos contáramos en una noche de tormenta bajo nuestras sábanas, asustados...
Y sí, es una lástima que los cobijos sean temporales, al menos los que te hacen sentir "redonda": nada de miedos, carencias ni sobras... pero cómo decía aquella canción... "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio"... pues así.
Con Camaron, Lorca y un vinito brindo por tus faros!! y Olé!!

Fortu, sí... mira que lo mismo nos cruzamos en la playa o en cualquier faro! Suena divertido.

Jin, gracias, preciosa. Esas caricias, sí.
Un besote a trazos!

Miradas, mejor, es una bella forma de pasar el tiempo, las vidas... no?
Un saludo.

inespoe@gmail.com dijo...

excepcional, me gusta tu ritmo narrativo. Qué hermosa descripción de un momento.

NoSurrender dijo...

Los faros tienen una fuerte intensidad literaria, sin duda (aparte del símbolo fálico y tal). Además, hay personas-faro y personas-velero. Espero que tú seas ambas cosas, que es lo interesante.

Besos!

Licantropunk dijo...

Y nos quedamos sin saber cuál era el libro que salía el faro.
Saludos.

Margot dijo...

Tarántula, gracias. Lo del ritmo debe ser por aquello que siempre digo: ojalá y todo sea swing... jeje.
Un saludo!

Nosurrender, ya, ya lo dije, forma parte del ideario de todos nosotros. Lo del simbolo fálico no sé yo pero si tú lo dices... es posible, claro, acaso no estaban construidos por hombres? y los hombres ya se sabe, su totem, ejem...
Y ahora que lo dices no sé, yo me veo más bien como persona-roca por aquello de ser un trasto que incordia a faros y veleros.... jajaja.
Beso de mareas!

Licantropunk, ya, al final se me olvidó. Era la Reina de las Nieves de Martín Gaite, autora que compartimos en nuestros gustos si no recuerdo mal.
Un abrazo!

Heriberto dijo...

"... tus ojos faros de tristeza.." que decía Vinicus de Moraes otra vez mejor que casi todo el mundo.
Oye mi señora de Madrí que me ha gustao demasiao (se dice así allá ¿no?).

Simplemente Olimpia. dijo...

Creía que el faro insultaba al mar descubriendo su oscuridad en la noche, pero hoy me he dado cuenta-tras leerte- que no muestra más allá que aquello que los ojos siempre han visto, resaltando su belleza.
Gracias.

Olimpia.

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