A veces tierra

Y hay tardes tontas, que las llaman sólo por ser lentas, en las que sin saber muy bien cómo, cobijan. Suena Lila Downs con sus rancheras my way y a veces tararea, las tristes se las salta porque el mundo siente avidez de carcajadas descalzas, perfiladas e intactas y para qué la sequedad. Desconecten sus teléfonos, habría interferencias en el ritual del vuelo de ese cormorán perdido mientras emigraba porque las nubes hoy parecen dunas, tan suaves, y mejor me quedo aquí y ya nos vemos en Africa, y no hay ganas de explicar si este vino no, esta conversación menos, no hoy no, pero ¿tú? Si, pues ya ves. Y mejor abrir libros al tuntún buscando peces de colores que saltan buscando tus bordes, debe haber otro mar, seguro que se dicen, y los muy panchos se acurrucan en el tuyo y tú los dejas porque la geografía no es lo tuyo, confundes las coordenadas y nunca entendiste mucho de brújulas y la estrella polar ¿dónde la pongo? y qué mas da que te piensen océano cuando apenas eres un pequeño charco, el caso es que te piensen. Eso te dices y los dejas sin decir que el Pacífico no. Y ahora suenan MClan, ventajas de los cargadores múltiples, no hay que andar buscando a estibadores en el muelle, y te gusta que el siguiente disco nada tenga que ver con el anterior porque cómo saber que ánimo vendrá a continuación, esos también van de por libre y te piensan. Se ve que eres fácil, también les dejas que te piensen como quieran. Y ayer leiste que Juan Cruz ha sacado otro libro y recuerdas sus palabras: lo que viví, lo que ví, no me ha hecho más mezquino ni rencoroso pero sí me voy volviendo melancólico y te piensas -ahora eres tú misma- si no será eso. Y te enredas con la edad y siempre supiste que edad no, que nunca estuvo, pareces mayor cuando hablas y tenías quince años y así con el paso, que son vivencias y de esas llevas las tuyas y las de los demás, que todas se juntan, o te piensan, sí eso será. Y qué suerte de los intactos pero no, nunca quisiste, ¿pudiste?, ser una de ellos, y sabes que no, que hubo partes que decidiste, que no te importó aunque hubiera sido genial aprender sin doler, sí, sí que importó, todo tiene un precio, nena, esa era de los Secretos que ahora no suenan pero igual. Y anoche con ese montón de desubicados que son como tú porque escriben con pasión y ganas pero poco más, que Alfaguara es de dos, y no, tú eres peor porque ni ganas de juntar dos poemas seguidos tienes y para qué permanecer, pues entre ellos te diste cuenta que vas cogiendo forma, que cuando te palpas ya no hay aire, hay carne y huesos, y que las palabras siguen costando pero salen y no sabes de dónde, tal vez de la tierra que tiembla sin visceras emborronadas. Y hablo de palabras pero ya todo es lo mismo, al final se fundieron.

La edad del cobre era lo tuyo y tanto sin saber para llegar aquí.

Rehuye todos los presupuestos y todos los juicios. Por eso no conoce tareas (sólo los locos tienen siempre grandes misiones) sino únicamente manifestaciones. El árbol mágico. Sloterdijk.