Una de borderías y aquí una ogra

No soporto, una expresión curiosa por irreal, como el no hay nada que odie más que... en realidad siempre hay algo que odiamos más, o ni siquiera odiamos, y también que soportar, soportamos todo. Incluso yo que andaría a todas horas con una recortada de no ser así. Pero en esta segunda, o quinta, adolescencia que me ha dado por vivir por aquello de la necesidad continua de posicionamiento diré que no soporto y todos entendereis a que me refiero. Será algo así como que me toca las narices pero tragar trago, pardiez.

Por ejemplo no soporto al clero y los creyentes, algo que ya sabréis porque lo dije. Los consumidores de autoayuda y budismos varios tampoco, lo mismo me da que me da lo mismo. Bucay y compañía son como la santa compaña pero con marketing, estos tiempos nuestros. Seguimos sin entender a los griegos y ahí andamos, buscando simulacros que sean sencillitos y vivan los atajos que no conducen a ningún lado. Por no hablar de la homeopatía y sus chamanes que gracia me hacen pero poco más. Esta necesidad continua de asirse a la magia para olvidar que aquí no hay magia, vaya, vaya, tampoco playa, salvo la que uno se cree (de crear, no de creer, curiosa y confusa raíz morfológica) y para eso mejor elegimos la imaginación que digo yo, o el átomo que sí que es mágico. La monarquía tampoco es lo mío, la guillotina me parece el invento más fashion que se pudo dar, hasta que llegaron los jacobinos con su tibieza y la fastidiaron, se acabó la esperanza de la humanidad. Lástima que la humanidad tenga tan poca esperanza, que se lo digan a Pandora y su cajita de 2 x 2 mm. , que a ver qué narices cabe ahí. Tampoco soporto la globalización desglobalizada si se trata de derechos. Este continuo de ida y vuelta que sirve para los que van pero no para los que vuelven, leáse cayucos o similares. Sin ir más lejos podríamos mencionar el otro mundo que poco tiene que ver con el existen otros mundos pero están es este, mejor parafrasearemos con el existen otro mundos pero ya nos encargaremos de expoliarlos y así estarán en este. Podría seguir con la falta de autenticidad pero como ya la cantó Sabina y de auténtico me parece que tiene poco no quiero llevaros a confusión. Luego están los gañanes de esposa-marido último modelo haciendo juego con el coche, esos también, los del dinero lo puede todo, hasta la inteligencia o la honestidad que de esas no hace falta. O que los gays consideren un derecho casarse cuando a mí me parece que el único derecho fuera amar sin pedir contrapartidas a cambio, mucho menos al Estado sin olvidar que el Estado también debería otorgarlas sin concesiones: menos tienes más obtienes de él, y ya. Tampoco soporto a las víctimas, ser víctima no otorga ninguna credibilidad moral per se salvo la que debería ser prescrita por el sentido común y la equidad. Y vivimos en un mundo de víctimas y damnificados. Lo políticamente correcto tampoco, ¿lo dije ya? Los eufemismo son como los tópicos, creados para no pensar acertando con el término unívoco. Tampoco la gente que utiliza los prejuicios haciendolos pasar por juicios. Los segundos requieren de un pensamiento elaborado, los primeros son los de mirar al vecino y decir yo una más de lo mismo, y está de moda . La gente que piensa pero no dice, la que no piensa pero dice. Tampoco soporto la palabra y el concepto normalidad, suele ser un callejón sin salida y gris que deja fuera precisamente a las personas que más suelen aportarme, al menos hasta ahora y ya llevo. Prometo poner un bando cuando eso cambie. Claro que tampoco la extravangancia impostada, en fin, que mejor nada de impostura, tampoco. No soporto, y ni quiero soportar, un mundo que deja de lado a sus mayores aupando la existencia de los niños. Entendedme, me encantan los niños pero en su justa medida, en aquella que los sitúa como proyecto de adultos, a ser posible preparándolos para ser unos adultos autónomos y felices. Hay un momento en la vida de un niño que me fascina: cuando descubre su sombra. Pero sí eso mismo lo veo en un adulto existen dos posibilidades: o es tonto del culo o tiene alguna disfunción cerebral y sólo lo último puede disculparlo, se me ocurre. Algo debe estar enfermo cuando se intercambia la experiencia por el alborozo continuo. Pero tranquilos, por no soportar tampoco soporto a los que dicen que este mundo es el peor posible, hace sólo un par de siglos se ponía en la picota al menos pintado y el populacho gritaba y disfrutaba con el espectáculo. Algo hemos avanzado, bastante.

Y digo yo.. ¿que os importará todo esto? Nada, imagino, pero a mí me apetecía soltarlo. Anoche estuve en una reunión de vecinos y es la prueba de fuego para cargarme mi amor al prójimo. Se me pasa en breve, el no soporto me durará más porque no me parece mal practicar una sana bordería. Además disfruto en mi papel de ogra, me gusta casi tanto como el de bruja piruja.