De lienzos

Y no tengo ganas de escribir, ni apenas pensar, que el mes de Agosto se nos mete y hasta el diecesis no me iré días largos. Pero acabo de llegar y ya planeando el próximo jueves y la playa y que si el AVE o el avión, mata más gente el tabaco que los aviones y he perdido el miedo a volar y gana el AVE y de nuevo al borde de los raíles. Y no tengo capacidad de pensar poemas y esto tampoco es escribir, esto es divagar y a ser posible alejando la mirada porque llegará Asturias allí perdidos y las tertulias nocturnas de las hortensias pero no, ahora te centras en el viento que levanta la arena y la camiseta verde que sólo de playa y Huelva está a un tiro de piedra y el río me gusta pero más el mar porque a veces consigo que me mire en verde. Y ya se difuminan estos días pasados en un pueblo perdido que ni cobertura y los móviles no sonaban y era un placer el silencio y la luna reluciente al lado del campanario que no despertaba y una encina que recortaba las estrellas y mejor no pienses en ellas que son demasiadas y cada una con vida propia y ¿qué pensarán ellas? si nos llegaran todos sus pensamientos en forma de bruma el cielo se oscurecería y todo sería confusión, una suerte de rabia que hasta Descartes frunciría el ceño. Pero la razón también está aparcada, al menos la mía, y mejor el extravío, ¿la sinrazón de las vias?, el ser errante que durante unos días podré permitirme y desalojar el almidón de cada cuerda en la que tiendo la ropa.

No, no tengo ganas de escribir, porque cada mes tiene su hoja y ha pasado mucho tiempo, he esperado demasiado, hasta que ha llegado la del lino, azular y planchar todos los caos susurra Vallejo y ya vendrá el tiempo de los mercados pero no ahora, este año por fin sabe a verano, su tenderete es un lienzo sin manzanas podridas y sólo detengo la mirada en los mercaderes que me ofrecen fósforo.

O será este calor.